Conoces a alguien y empieza a gustarte. Surge el primer beso, te das la mano por primera vez caminando por la calle, os seguís conociendo, presentas a tu pareja a tus amigos y si sigue avanzando, también haces lo propio con tu familia. Esta realidad es “naturalmente” sencilla cuando eres heterosexual, pero el escenario es bien distinto si eres gay, lesbiana, bisexual, transexual o intersexual.
En la mayoría de los casos, ser LGTBI implica crear un personaje que realmente no eres como escudo para sobrevivir en un entorno heteropatriarcal y para ser aceptado. Una persona LGTBI vive una juventud oculta. De esta forma, los pasos que cualquier adolescente cishetero pueda experimentar a lo largo de esa etapa se hacen utópicos y hasta inalcanzables para un gay o una lesbiana hasta que se produce, y si se produce, la salida del armario.
Salir del armario supone un riesgo. Algunas veces ganas y otras pierdes. Perder puede significar el rechazo de tu familia y verte obligado a desligarte de ella, burlas y comentarios homófobos en diferentes entornos (colegio, instituto, universidad, trabajo, etc.) y sufrir agresiones verbales y físicas. Casi nada.
Sea como fuere, ante esta situación de cambio, las personas LGTBI se despojan de la máscara que han llevado puesta todo ese tiempo. Ahora toca reconstruir ese personaje: el verdadero “yo” saldrá a la luz y se encontrará con una lucha interna de emociones y aprendizajes, algunos útiles y otros no tanto, que determinarán sus relaciones sexoafectivas. Nada será igual, pero, sobre todo, muchos sentirán que su adolescencia ha sido robada.
El suicidio, el principal enemigo y la autoestima, la gran baza
Las personas LGTBI son más susceptibles de sufrir problemas emocionales como la depresión, la ansiedad, así como posibilidad de desarrollar adicciones o incluso llegar al suicidio. Esto ocurre porque hemos crecido con miradas de condescendencia, de vergüenza o directamente, de odio.
El suicido es la tercera causa principal de muerte entre adolescentes, siendo los jóvenes homosexuales cuatro veces más proclives al suicidio que los heterosexuales.
Para evitar esta problemática, es esencial salir del entorno y buscar apoyo entre iguales. Relacionarse con personas que han pasado por lo mismo nos ayudará en la importante tarea del autoconocimiento, algo que repercutirá positivamente en nuestras relaciones.
Asimismo, también es vital dirigirse a alguna asociación o hablar con el personal del centro educativo, de tal manera que se busque la forma adecuada de enfocar la salida del armario y una posible reacción negativa. Esto puede ayudar a una mejor comunicación entre padres y adolescentes, siendo la mejor defensa contra la intolerancia y el suicidio.
Más importante aún es la posibilidad de buscar ayuda a un profesional cualificado y especializado en materia LGTBI. En este sentido, resulta imprescindible seguir apostando por políticas que fomenten la diversidad sexual dentro del sistema educativo.
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