El 27 de enero se conmemora en todo el mundo a las víctimas del Holocausto. Entre estas víctimas se cuentan, sin duda, todas aquellas personas LGTB+ que por razón de su orientación y/o identidad sexual fueron también perseguidas y castigadas. Y rememoramos a las víctimas del holocausto en esta fecha porque fue el 27 de enero de 1945 cuando el Ejército Rojo liberó Auschwitz. Poniendo fin a uno de los episodios de la historia más dolorosos, sangrientos e inexplicables.
La dificultad de cuantificar las víctimas LGTB+
El régimen nazi dejó tras de sí millones de muertos, heridos y represaliados. De entre todas estas víctimas, el colectivo LGTB+ –especialmente las personas gays, por ser más visibles– ha sido uno de los más olvidados e ignorados.
A día de hoy, ni siquiera contamos con la información necesaria para poder determinar cuántas personas LGTB+ fueron detenidas y enviadas a campos. No obstante, investigaciones como la del sociólogo Rüdiger Lautmann concluyen que hasta 15.000 homosexuales pudieron ir a parar a campos de concentración. Otras investigaciones, como la del profesor Richard Plant, dan estimaciones de entre 50.000 y 63.000 víctimas. Aunque la mayoría de los homosexuales fueron enviados a Auschwitz, Dachau o Mauthausen, también fueron a pasar a otros campos como Sachsenhausen, Buchenwald o Ravensbruck.
Sea la cifra que sea, la realidad es que apenas contamos con el testimonio de una veintena de supervivientes LGTB+ del holocausto. Entre ellos se encuentran relatos como el de Leo Classen, enviado al campo de Sachsenhausen, o el de Rudolf Brazda, superviviente de Buchenwald. Conocer sus experiencias ha contribuido a que podamos saber mejor cómo vivieron las personas del colectivo este episodio de la historia tan traumático.
Los triángulos rosas
Como es bien conocido, los campos de concentración alemanes establecieron un pormenorizado sistema de etiquetado de los presos en función de su “delito”. En este sistema, los presos homosexuales fueron marcados con el consabido triángulo rosa invertido.
Este triángulo fue también utilizado en personas bisexuales y mujeres trans, pero no en mujeres lesbianas o bisexuales. ¿La razón? Las mujeres LGTB+ no fueron sistemáticamente perseguidas por considerar su número inferior o por pensar que resultaban menos amenazantes para el sistema.
En un primer momento, los prisioneros homosexuales fueron marcados también con otras insignias:
- Brazaletes amarillos con la letra A impresa (por la palabra alemana Arschficker, “maricón”).
- El número 175 (por el artículo 175 del código penal alemán, que criminalizaba la homosexualidad).
- Triángulos de otros colores: rojos (presos políticos) o verdes (criminales).
Los presos con triángulo rosa ocupaban el escalafón más bajo dentro de la jerarquía de los campos de concentración. Eran castigados con las peores tareas y trabajaban en las peores condiciones, lo que hacía que su tasa de supervivencia fuera muy baja. Además, eran objeto de violaciones, maltratos, ejecuciones e incluso de experimentos científicos, incluyendo esterilizaciones forzosas.
La reparación del daño a las víctimas LGTB+
Es fácil intuir que, en torno a 1945, cuando los presos fueron puestos en libertad, Europa no era un lugar tolerante con la población LGTB+. A las torturas que los “triángulos rosas” tuvieron que vivir en los campos, hay que añadir el silencio total sobre su existencia tras ser liberados.
La homosexualidad seguía estando penada o muy mal vista en multitud de países europeos, incluido Alemania, donde el artículo 175 siguió en vigor hasta 1969. Además, por culpa de haber sido marcados oficialmente como delincuentes por su condición sexual, los presos LGTB+ tuvieron que sufrir un doble castigo al salir. Ostracismo, dificultades para encontrar trabajo, nuevas detenciones…
Hasta los años ochenta los presos homosexuales no fueron reconocidos oficialmente como víctimas del nazismo. La mayoría de ellos falleció sin haber recibido ninguna disculpa o compensación oficial por lo ocurrido. De hecho, hasta 2019 el gobierno alemán no había tomado ninguna medida específica para reparar los daños producidos al colectivo LGTB+ durante el nazismo.
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